
Este es un artículo que me envió mi amiga Julia Fabara. Le pedí autorización para publicar su trabajo. Me dijo que no pero igual ahí va.
Mi pecado oculto es….
Algunos de nosotros, por no decir todo, una que otra vez, hemos hecho o hacemos frecuentemente cosas que van en contra de la imagen que proyectamos al medio en el que nos desarrollamos, por ejemplo el típico ejecutivo del Quito moderno, con su terno y su blackberry, se escapa, mediando cierta dosis de adrenalina y placer, a los motecitos de San Juan, hace la cola, compra el mote y al frente el juguito, y regresa a la oficina con culpa y si la Carito de contabilidad le pregunta que comió, responde sin titubear: sushi del Noefff, sin darse cuenta que lo delata el olor a ají de maní con cebollas, que inundó el ambiente apenas entró.
Así como este hay un sinnúmero de ejemplos como esos, nadie lo dice, todos lo saben, pero es como hablar de sexo en los 50’s, piénsalo pero no lo digas porque quien esté libre de pecado mejor nos denuncia a todos, como dice la fiscalía de la nación, pero yo estoy aquí para confesar, para liberarme de la culpa, salir del closet social en que todos estamos metidos, decirles a todos que ME GUSTA LA TECNOCUMBIA!!!!!!, siiiiiiiiiiiiiiiiiiiii ya seeeeeeeeeeee que CHOLAAAAAAAAA, y tengo que decir que al principio no me gustaba para nada, me parecía un crimen contra los oídos y luego, cuando apareció el 10/10, a los ojos, y así como todo empecé ojeando el canal 21, riéndome de las vestimentas, las coreografías, las escenografías y las interpretaciones de nuestra chicha ecuatoriana, hasta ahí todo bien, yo desde mi pedestal criticaba y hacía mofa de la expresión de nuestra cultura popular subterránea, pero todo cambió cuando tuve que ir en bus 4 horas al día de ida y vuelta al trabajo, tuve que escuchar tecnocumbia durante todos los trayectos, todos los días, ese número de horas diarias, así que preferí dejar de pelear contra ellos y unírmeles, tengo algo en común con los buseros Y QUÉ?, y cada mañana entro a la oficina tarareando “En vida que me quisieras”, “que más hombre querías” o “que mas hembra querías”, y ya se han acostumbrado, nadie me mira inquisidoramente, solo me regalan una sonrisa condescendiente y entre dientes murmuran chola mientras sus mentes gritan QUE BUENA CANCIÓN y yo grito ME LIBERÉ.
Por: Julia Fabara