viernes, 23 de abril de 2010

Dejémonos de huevadas…




Así dicen en mi barrio cuando las cosas están más claras que el agua y “porai” sale un vivo para tratar de “empuercar el charco”.

¿Te acuerdas que en el colegio nos enseñaron sobre la revolución francesa? Pero mejor aún, ¿te acuerdas que nos dijeron que ahí había sido la cuna de los derechos humanos? Pues bien, desde la declaración de igualdad y fraternidad, las cosas han cambiado “un poquitín”.

Resulta que don Sarkozy cree que lo que él entiende por bienestar, es NECESARIAMENTE el bienestar de los demás. El plantea que en los lugares públicos, las mujeres musulmanas, no pueden usar la burka, que es el pañuelo que les cubre la cara. Porque según él, este acto deprecia a la mujer a un segundo plano. Pero ahí viene lo interesante: ¿y si ella se siente bien con su creencia? Para quienes somos cristianos esta declaración es un “maravilloso” golpe en contra del Islam… pero para los que defendemos el derecho que todos tenemos a creer en lo que queramos es un atentado. Pero es difícil entenderlo desde nuestro zapatos, por eso me he permitido graficar en un ejemplo un caso bien podría hacernos entender mejor la posición del líder francés que, como todo buen europeo, sabe que la democracia y la libertad son valores incuestionables siempre y cuando defiendan sus posiciones, caso contrario se llama libertinaje.

¿Cómo nos verán los Lamas a nosotros? Ellos son monjes que comen una vez al día, que no tienen pertenencias, que no tienen relaciones sexuales y que, como si no fuera poco, son felices con el servicio a los demás. En alguna ocasión tuve la oportunidad de conocer una respuesta que dio el Dalai Lama a la pregunta: “¿Qué es lo que más le admira a usted de la humanidad?” El respondió: “El ser humano. No entiendo como una persona trabaja hasta el punto de arriesgar su salud para tener dinero, y una vez que lo consigue gasta todo el dinero que logró para recuperar la salud”. Pues, yo me pregunto, cómo nos verán los Lamas. Esas mujeres que don Sarkozy quiere reivindicar, son muy parecidas a las modelos que aparecen en su industria de moda. Modelos que valga la pena decir que solo valen por su belleza porque la misma sociedad les castró cualquier otra posibilidad de desarrollo. Son, las musulmanas, mujeres muy parecidas a las de los concursos de belleza que se hacen en Francia y en todo el mundo occidental bajo el paraguas de don Donald Trump, que solo valen por sus cuerpos operados y su belleza artificial y no por sus sentimientos, sus logros, sus creencias, sus infinitas posibilidades de desarrollo y su amor…

En unos casos hay que reivindicar a las mujeres, en otros hay que utilizarlas. El problema de Francia y de Occidente, es que los musulmanes no les pagan a sus industrias por el derecho que tienen la mujeres a usar la Burka… en cambio, sus modelos le dejan enormes réditos a sus empresarios. “Bisnes ar Bisnes” y a la mierda los derechos de las personas.

lunes, 19 de abril de 2010

Mi vigencia




Parecería a veces que el quehacer cotidiano nos quita la vigencia… pero eso es mentira. Siempre estamos vigentes. No para todos, claro está, pero siempre estamos vigentes. Un día será para unos y otro día para otros. La vigencia es como la simpatía… siempre somos simpáticos, pero lastimosamente no siempre lo somos con las personas que debemos serlo.
Matías Dávila 2010, Todos los derechos reservados. Quito - Ecuador - Suramérica