miércoles, 26 de agosto de 2009

El poder y sus estupideces.


Este es un corto pero contundente cuestionamiento al poder. Me parece ridículo que el pueblo llano no tenga la posibilidad de entender los dejes y manejes del poder. Para que el pueblo ecuatoriano pueda entender la constitución se requiere de un abogado constitucionalista. Para que el pueblo llano pueda entender la Biblia, se necesita un cura, un pastor o un exégeta. Para que el pueblo llano pueda entender un partido de fútbol necesita de un especialista…. Que estupidez. El momento en el que el pueblo no puede comprender por si mismo el sustento del poder, este se convierte en ilegítimo. Osea –para que no se necesite de nadie interpretándome- como me puede representar alguien al que no entiendo.
Dios, en su perfecto amor, me habla por medio del abrazo de un amigo, del beso de mi madre o de la alegría de poder despertarme. Eso no necesita de intérpretes. Las leyes basadas en el amor me enseñan que yo no tengo derecho de hacer nada en contra de nadie y que, por consiguiente, nadie tiene el derecho de hacer nada en contra mío. Eso es el mejor marco constitucional que está más allá de cualquier postulado intelectual. No todos nacimos en hogares educados y con posibilidades de ir a la universidad. Pero todos nacimos con sentido común. Es por eso que cuestiono al poder el momento en el que éste no apela al sentido común y en nombre de Dios, del Estado o de un equipo de fútbol, se mata, se vulnera o se agravia a otro individuo, segregándolo por ignorante.

Estoy convencido de que el momento en el que el poder permita que nosotros podamos acceder a sus reglas sin intermediarios se desplomarán muchos negocios, entre ellos: la dirigencias deportivas, las iglesias y el gobierno.

Obra por amor y deja que este sea la regla que te conduzca. Ama al que no te conoce para que el que no te conoce te ame. Piénsalo.
Matías Dávila 2010, Todos los derechos reservados. Quito - Ecuador - Suramérica