martes, 7 de mayo de 2013

Encontré algo que escribí hace tiempo y lo quise compartir

Que trae

Un atropello trae otro, obligatoriamente. Una alegría trae una tristeza y una tristeza trae un cúmulo de nostalgias. Un periodo menstrual trae un cólico -generalmente- y un cólico no siempre trae un periodo menstrual. Un policía trae alevocía y un militar prepotencia -regularmente-. Un cura trae un séquito de monjas reprimidas, deseosas.

El clero trae contradicciones mientras el gobierno de turno trae mentiras. El presidente trae una banda de rapaces y los rapaces traen "hambre".

Los niños traen plátanos y las bananeras traen sobornos para monopolizar el negocio. Los perros traen sarna… los políticos también la traen dentro.

Las niñas traen moda y la moda trae dólares.

Yo traigo un par de amigos y mis amigos -casi siempre- no traen nada.

domingo, 5 de mayo de 2013

El HIJUEPUTA de Don Pedro



Con sus enormes posaderas cubre el 92% del sillón de primera clase del vuelo 870 de American Airlines con destino a la Florida. Huele bien, no podía ser de otra forma. Lleva en la mano uno de estos aparatos que les quitan paz a los ejecutivos de hoy: esos con los que estás en la oficina así no estés. No lee nada que esté disponible en el avión. Llevó su propio libro digital: “El Príncipe”. Pide un wisky escocés, reclina el asiento y un par de horas después llega a un hotel de 5 estrellas donde remoja sus traqueteadas posaderas en una tina de agua tibia y aromas afrodisíacos.

¿Qué tiene de hijueputa don Pedro? Allá voy. Antes debo hacer algunos otros apuntes importantes.

En Miami llama desde su celular a su secretaria en Quito, porque me olvidé decir que voló un jueves a las 09H00. Confirma que todo está bien y antes de pensar en su reunión del viernes a primera hora (por la que teóricamente hizo el viaje), pasa a comprarse ropa porque solo trajo equipaje de mano. Como casi es hora del “lonch”, compra ropa sencilla para el fin de semana en una tienda que está a dos calles de un restaurante italiano que le vuelve loco. Es complicado que gente de su abolengo racial e intelectual pueda desempeñarse con agudeza con el estómago vacío. Come algo ligero de 75 dólares, una copa de vino de 66, un café arábigo de 28 y fin: barriga llena, corazón contento.

Insisto, ¿es hijueputa por ser derrochador? ¡No!, ya voy al detalle de su hijueputez.

Pasa la tarde en el spa del hotel, va a la piscina, contrata un masaje tailandés y se recluye en su habitación para estar fresco y relajado para la reunión del siguiente día. No sale, pide un sánduche de pollo a la habitación, ve una hora de televisión y, extenuado, “cae como piedra” sobre la almohada de plumón de su cama “kinsais”.

Al siguiente día llega a la reunión que dura toda la mañana, acuerda un gran negocio, es invitado por sus nuevos socios a una noche de diversión que empieza a las 2 de la tarde y llega a la habitación de su hotel a las 5 y 53 del día siguiente. Duerme hasta las 6 de la tarde, baja al restaurant hambriento, luego se ducha, se viste y se va de “shopin” . Compra con su tarjeta de crédito el afecto de familiares cercanos y colaboradores estratégicos, da un par de vueltas y se va a dormir. El domingo toma un vuelo a Quito que le deja en Tababela, llega a su casa y el lunes vuelve a la compañía a preparar el próximo viaje a Pekín para anotarse otro “golazo”.

¿Y lo hijueputa? Ahí voy.

Don Pedro y solo Él, se encarga personalmente de la firma de cheques a proveedores. Esta ardua y tediosa actividad la realiza con desgano y desidia solo los días jueves a partir de las 4, porque le toca “pico y placa”. Este último mes no ha podido ser muy riguroso en su disciplina por un resfrío que le obligó a irse a la casa temprano, un par de reuniones impostergables las dos semanas siguientes y el viaje que les acabo de contar. Lleva 1 mes sin firmar cheques. Su director financiero, que le conoce como si lo hubiera parido, puso la platita en algunos negocios rápidos de oportunidad. La operación arrojó un resultado excelente: los proveedores serán pagados con plata que se ganó en otro negocio, es decir, la empresa no desembolsará ese dinero sino que con dinero ajeno generarán el pago para los fastidiosos y quisquillosos proveedores. Desde ese día, la política es demorar los pagos para que pueda invertirse esa plata en negocios paralelos y la empresa no tenga que hacer el 100% de esos desembolsos.

Gracias al hijueputa de don Pedro, la agencia de publicidad que maneja la comunicación de sus marcas, NO COBRÓ. Por consiguiente, la productora de televisión que hizo sus comerciales, NO COBRÓ. Por ende, la productora de audio que sonorizó los comerciales, TAMPOCO COBRÓ. Osea no tendrá con qué pagarles a los músicos y los locutores de los comerciales. El locutor esperaba con ansia esa plata porque como el pago ya tiene más de 3 meses de atraso, fijó en su cronograma la posibilidad de pagarle con ese cheque a la señora que hace el aseo en su casa… que por obvias razones TAMPOCO COBRÓ. La señora que tiene un hijo especial, no podrá llevarlo a las terapias al Baca Ortiz porque para movilizar a su hijo necesita obligatoriamente un taxi y la poca platita que tiene le sirve para pasajes de bus y para una semanita más de almuerzos. Pero lo peor es que debe en la tienda por unos atunes que compró y que, con el sueldito de mes se había hecho el propósito de pagar. Eso nos lleva al penúltimo paso: el vecino de la tienda TAMPOCO COBRÓ. Pero la historia termina en un hecho SIN PRECENDENTES. El señor de la tienda tiene obligatoriamente que estar abastecido sino la gente no entra a su local. Así que decide abastecerse de nuevos productos y la empresa que le abastece, que es la del hijueputa de Don Pedro, le da crédito máximo de una semana.

Ahora si: ¿es o “nues” hijueputa ese hijueputa de Don Pedro?
Matías Dávila 2010, Todos los derechos reservados. Quito - Ecuador - Suramérica