martes, 12 de agosto de 2014

¿Qué perdimos con la muerte de Robin Willams?



Al morir Robin Willams, indiscutiblemente el cine pierde a una de sus más grandes figuras. Reconocido por su increíble capacidad de sacar sonrisas con su talento y su improvisación. Pero a diferencia de lo que dice la prensa en general, y los “tuis” de los famosos en momentos como estos, me gustaría hacer un pequeñísimo análisis de lo que perdemos nosotros aquí y ahora.

En el libro LA RED de Juan Luis Cebrián, se afirma que el cine y la televisión son el principal rubro de exportación de los EEUU. Para poner un ejemplo: Francia, donde la industria del cine es sumamente protegida, 70% de lo que se transmite es norteamericano; en España la cifra es del 90%.

¿Para qué traigo estos datos a colación? Para entender por qué nos duele tanto la muerte de una figura como Willams. Es decir, por qué se hablará de Él con más cariño y tristeza que lo que se habla de las cientos de muertes diarias de inocentes -entre ellos mujeres y niños- en conflictos bélicos alrededor del mundo.

El cine tiene la magia de hacer que un hombre común y silvestre como cualquiera de nosotros, estelarice un papel y se convierta en un héroe. Willams protagonizó a personajes que se quedaron, no solo grabados en nuestras retinas, sino que también en nuestros corazones como el Dr. Patch Adams, un hombre maravilloso que creía que la risa mitigaba la enfermedad. De hecho quienes lo conocieron dicen que Willams tenía esa capacidad. Es más, gracias a esa película en nuestro país, hoy hay un grupo de terapistas que utilizan la risa en los hospitales como alternativa a las dolencias. ¡Gracias Dr. Patch Adams! En esta cinta también participó Philip Seymour Hoffman, que el año pasado fue encontrado muerto por sobredosis de heroína.

Otro personaje que nos rompió el corazón fue Daniel Hillard, un padre de tres niños que al perder su custodia luego de un divorcio, decide disfrazarse de niñera para que su ex esposa lo contrate y poder estar en contacto con sus hijos. Este tema en particular es hoy más vigente que nunca, luego de que cientos de padres han criticado y condenado la forma irregular de administración de justicia en casos como este, donde se privilegia con muy poco análisis, a las madres y donde los padres y los mismos hijos, resultan perjudicados. Ojo, no es una generalización, y de lado y lado, no debería serla. Por eso también, ¡Gracias Daniel Hillard por poner este caso sobre la mesa de discusión!.

Gracias también a un Hombre Bicentenario, creado por Isaac Asimov, que nos deja ver el grado, cada vez más elevado, de deshumanización de la humanidad… aunque suene contradictorio. Una máquina con cierto grado de sentimientos, que es la que protagoniza Robin Willams, puede volver en el tiempo y decidir si convertirse en humano.

Hasta aquí como vemos, a quien realmente admiramos es al personaje, al profesional. Al cerebro le cuesta trabajo hacer la diferenciación del actor con su rol. Y si bien me duele la muerte de Willams, como la de cualquier otro Ser Humano, no es menos cierto que su vida dista de la heroicidad de sus personajes. Un hombre que tenía problemas con el alcohol y las drogas y cuya muerte parecería deberse a un suicidio.

Respeto a la memoria de un padre de familia: indiscutible. Respeto a un gran esposo y mejor amigo, como lo ha llamado su esposa: indiscutible. Respeto hacia un fantástico profesional: indiscutible también. Pero este análisis no persigue el no dolernos o el de mantenernos indiferentes. Persigue la necesidad de guardar la proporcionalidad de las cosas. Murió un gran actor y dejo claro mi dolor por el Ser Humano, porque su legado estará dando vueltas por nuestras pantallas por muchos años más. Pero dejo claro mi dolor porque somos nosotros, con figuras como Willams o cualquier otro famoso, los responsables de sus depresiones, adicciones y desproporciones. Me quedo con el ejemplo del ideal que representan los actores y cantantes, pero me queda un saldo en contra cuando trato de que sus vidas sean ejemplo para la mía.
Matías Dávila 2010, Todos los derechos reservados. Quito - Ecuador - Suramérica