viernes, 17 de diciembre de 2010

Nota de un lector


David escribe esto que me permito publicar si editar. Es interesante saber que la universidad te abre los ojos en vez de cerrártelos completamente, como me pareció que fue en mi caso. Se refier al artículo en que planteo que los medios de comunicación MIENTEN.

Todo esto es cierto, los fines de lucro de ciertos medios de comunicación, el temor de sus dueños a que la verdad se descubra, el intento de seguir convenciendo a la gente de sus versiones de los hechos, etc.
Soy estudiante de sexto nivel de Comunicación Social, estoy por egresar, y es por esta razón que me atrevo a decir que no todo lo que ocurre dentro de esa "caja de desinformación" al que todos llaman TV es verdad; pero no solo se habla de TV sino de TODO medio de comunicación...

Porque resulta que los noticieros de ciertos medios de comunicación, no son mas que simples libretos de telenovela, que direccionan a la gente hacia un punto en el que -tal vez- ya no haya retorno.

Ese es la manera como actúan los medios de comunicación , y ahora reclaman a viva voz "libertad de expresión"; que dicho sea de paso, es otra de los mensajes mal intencionados que quieren dar a la gente, puesto que la libertad de expresión ha existido, existe y existirá sin la necesidad de medios de comunicación, ya que la libertad de expresión no solo les pertenece a ellos, sino que es un derecho de todos y cada uno de nosotros, por ejemplo, yo tengo libertad de expresión en este momento al escribir esto.

Lo que ellos deberían reclamar se llama libertad de información, un derecho que todos los medios de comunicación poseen, sin embargo, han hecho un mal uso de este, convirtiéndolo en "libertinaje".

Es por esta razón que debemos reinventar a los medios de comunicación, no solo dejar en entretenimiento y sexo por el hecho de ganar mas rating y mas dinero, No!!.. Sino dar mas espacios culturales, y educativos en los medios, y no cultivar una sociedad morbosa, violenta, y adicta.

Alguna vez se preguntaron ¿por qué existe tanta violencia en la sociedad?.. la respuesta es simple, nosotros reproducimos todo lo que vemos, a manera de "espejos vivos", y si lo que vemos en los medios es drogas alcohol y sexo, pues eso es lo que vamos a reflejar en la colectividad; mi abuela siempre solía decir que "la TV es el ojo del diablo", ahora entiendo por qué lo expresaba así.

Por surte, en este gobierno las cosas parecen tomar otro rumbo, el hecho de decir este comentario no me hace "Correista" y tampoco me considero uno, hablo como un ciudadano, como un consumidor de medios, pero sobre todo, hablo como un estudiante de Comunicación Social".

Así que de ahora en adelante, antes de creer lo que se vea en los medios, hay que pensarlo dos veces, ya que en este caso el famoso refrán de "ver para creer" no nos sirve de nada.. Piénselo!!

Saludos!!!

PDT: Matias, soy un seguidor de tu blog desde hace mucho tiempo, pero es la primera vez que realizo un comentario en el mismo, espero que este aporte sirva como acotación a tu publicación "¿Los medios de comunicación nos dicen la verdad?"

jueves, 25 de noviembre de 2010

Mi pecado oculto


Este es un artículo que me envió mi amiga Julia Fabara. Le pedí autorización para publicar su trabajo. Me dijo que no pero igual ahí va.


Mi pecado oculto es….
Algunos de nosotros, por no decir todo, una que otra vez, hemos hecho o hacemos frecuentemente cosas que van en contra de la imagen que proyectamos al medio en el que nos desarrollamos, por ejemplo el típico ejecutivo del Quito moderno, con su terno y su blackberry, se escapa, mediando cierta dosis de adrenalina y placer, a los motecitos de San Juan, hace la cola, compra el mote y al frente el juguito, y regresa a la oficina con culpa y si la Carito de contabilidad le pregunta que comió, responde sin titubear: sushi del Noefff, sin darse cuenta que lo delata el olor a ají de maní con cebollas, que inundó el ambiente apenas entró.
Así como este hay un sinnúmero de ejemplos como esos, nadie lo dice, todos lo saben, pero es como hablar de sexo en los 50’s, piénsalo pero no lo digas porque quien esté libre de pecado mejor nos denuncia a todos, como dice la fiscalía de la nación, pero yo estoy aquí para confesar, para liberarme de la culpa, salir del closet social en que todos estamos metidos, decirles a todos que ME GUSTA LA TECNOCUMBIA!!!!!!, siiiiiiiiiiiiiiiiiiiii ya seeeeeeeeeeee que CHOLAAAAAAAAA, y tengo que decir que al principio no me gustaba para nada, me parecía un crimen contra los oídos y luego, cuando apareció el 10/10, a los ojos, y así como todo empecé ojeando el canal 21, riéndome de las vestimentas, las coreografías, las escenografías y las interpretaciones de nuestra chicha ecuatoriana, hasta ahí todo bien, yo desde mi pedestal criticaba y hacía mofa de la expresión de nuestra cultura popular subterránea, pero todo cambió cuando tuve que ir en bus 4 horas al día de ida y vuelta al trabajo, tuve que escuchar tecnocumbia durante todos los trayectos, todos los días, ese número de horas diarias, así que preferí dejar de pelear contra ellos y unírmeles, tengo algo en común con los buseros Y QUÉ?, y cada mañana entro a la oficina tarareando “En vida que me quisieras”, “que más hombre querías” o “que mas hembra querías”, y ya se han acostumbrado, nadie me mira inquisidoramente, solo me regalan una sonrisa condescendiente y entre dientes murmuran chola mientras sus mentes gritan QUE BUENA CANCIÓN y yo grito ME LIBERÉ.
Por: Julia Fabara

martes, 23 de noviembre de 2010

¡Juego de niños!


Oigo con cierta molestia la expresión “Juego de niños” cuando la gente quiere referirse a cosas sencillas, fáciles. Pues deben ser los juegos de niños de algún idiota porque recuerdo que MIS juegos de niño eran verdaderas conflagraciones donde más de uno terminaba, sino herido, por lo menos raspado.

Pero es que hasta jugando a las “barbis” con mi prima Paola, recuerdo que terminaba malherido. Si no me caía el “quen” en la cabeza, me caía el “jip” de “barbi”; y si no pues simplemente me caía yo en un intento por hacer que la “barbi escaladora” hiciera un rapel desde la ventana de la cocina.

Los juegos de niños en mi época eran al aire libre -excepto el papá y la mamá que se jugaba cuando llovía-. Todo giraba en torno a una irrefrenable necesidad que tenía de subirme, treparme, golpearme, amarrarme… Los niños jugábamos a saltar, a asaltar, a construir, a investigar. No habían juegos de video: el mundo era nuestro campo de juego.

Los más sanos jugaban a cosas ya establecidas: fútbol, rayuela, congeladas, en fin. Los menos convencionales en cambio, jugábamos al “rapto” del Apocalipsis; a la guerra de Angola (y ni siquiera sabíamos dónde quedaba eso); o a hacer combinaciones químicas para cambiarle el color al pelo de algún incauto que se metía a jugar con nosotros.

¿Juegos de niños? Cuando los recuerdo se me estremece la quietud. ¡Que lejos se quedaron!

En el gobierno de Roldós se comía bien.



Fue en esta época donde empecé a apreciar la comida como cicatrizante emocional luego de mi primera decepción amorosa. Yo viajaba a Miami a conocer las maravillas del imperialismo: el ratón “miqui”, el “magdonal”, las máquinas expendedoras de bebidas y las mujeres más bellas de los Estados Unidos bronceándose en “toples” en la playa. Esto último lo recuerdo vagamente porque honestamente no me llamaba mucho la atención en esa época. Tenía apenas 8 años.

Había una niña en mi curso de primaria que me gustaba, se llamaba Carolina. Pues bien, en la sala de espera internacional del aeropuerto, ella estaba sentada frente a mi. Yo le dije con disimulo a mi madre que estaba ella ahí: me sudaba hasta la inocencia. Cuando de pronto se escuchó en los altoparlantes: “Primera llamada para los pasajeros del vuelo 235 de la compañía Ecuatoriana de Aviación con destino a la ciudad de Lima…” Ella se puso de pie con su mamá y empezaron a formar para el abordaje… Yo le pregunté a mi mamá: “¿Dónde es Lima?” y ella contestó: “En el Perú”. ¡Era peruana y yo no lo sabía, qué decepción!. Recordemos que para esa época estábamos en guerra contra el Perú, la famosa guerra de Paquisha. En las escuelas se dejó de cantar el Himno Nacional en los actos cívicos y se entonaba la canción patriótica y belicista “Paquisha” de Pueblo Nuevo. En definitiva, Carolina era peruana y no había más vueltas que darle. Para los que nacieron luego de la firma de la paz esto puede parecer una exageración, pero para quienes vivimos el conflicto, hablar del Perú era hablar del enemigo. Gracias a Dios hoy es completamente lo contrario.

Esa fue -tal vez- la primera ocasión donde tuve que priorizar entre mi patria y mis intereses personales. Luego vendrían muchísimas veces más. Sí, Carolina se había ido tras las líneas enemigas, nuestro amor -unilateral por cierto- se había quedado enganchado en los alambres de púa de las barricadas de la Cordillera del Cóndor.
Para encajar con el título de esta historia: la pena me hizo comer más; descubrí un lugar que vendía pizzas baratas y gigantescas en 10 sucres; Jaime Roldós era el Presidente Constitucional de la República luego de una larga noche dictatorial; y por esa misma temporada descubrí también el Caldo de 31 cerca del terminal de Ambato en Ingahurco en un local que sigo frecuentando hasta hoy. Tan tan.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Mamá, de grande quisiera ser “político”




Mientras la ciudadanía se va “asqueando” cada vez más de los políticos y sus prácticas, un grupo de jóvenes le ha apostado a la ingrata y mal vista ocupación de ser político y hacer política. El fenómeno es nacional. Para algunos, Correa sepultó a los partidos políticos. Para mi criterio ellos se sepultaron solos con sus redundantes y mediocres actuaciones circenses que, fuera de hacer reír a nadie, nos hicieron llorar a muchos.

En esta nueva camada, como no podía ser de otra manera, viene de todo: los que piensan, los que hacen y los que estorban. Estos últimos en un número no tan significativo como en los memorables años 80 y 90.

Pero si vale la pena hacer un mea culpa al hurgar por el basurero para sacar algún nombre que valga la pena mencionarse. Finalmente nosotros somos los que votamos por ellos. Somos corresponsables de la catástrofe. Estas nuevas figuras, para recordar cariñosamente a León Gieco, no tienen la experiencia de robar ni de mentir… Estas dos “virtudes” para nuestra vetusta clase política, eran requisito indispensable en el curriculum vitae.

A los nuevos baluartes ya no los trae al mundo el veterinario, vienen de procesos de democratización de oportunidades y de un hastío generalizado hacia que una salvaje bandada de carroñeros, que hacía y deshacía con nuestros sueños y nuestras esperanzas. Los nuevos políticos ya no salen a jugar al patio con la venia de los viejos líderes. Salen casi por necesidad. Es que en el país tal y como estaban tiradas las cartas, para optar por los cargos de poder, había que esperar que los eternos herederos de las “coronas” se mueran o por lo menos se retiren con diagnósticos de Alzheimer. Uno ya murió, el principal. El resto está en una lenta y larga agonía que nos recuerda a la “Metamorfosis” de Kafka.

Este artículo trae una veta visible de dolor. Me alienta saber que una María Paula Romo o un César Montúfar nos dan razones para el debate y no emociones para el voto, como en su tiempo -repudiablemente- nos las dieran Abdalá Bucaram o León Febres Cordero en las más orgásmicas de sus intervenciones.

Como joven político termino este artículo recordando una de las lapidarias sentencias del Presidente Arosemena: “La crisis de este país se soluciona con dos cientos funerales de lujo.” Que Dios bendiga a cada joven que opte por ponerle el pecho a las balas con el maravilloso sueño de hacer un país mejor. Amén.

miércoles, 18 de agosto de 2010

¿Los medios de comunicación nos dicen la verdad?



El Presidente Correa empezó una lucha histórica en contra de los medios de comunicación. Muchos dijeron que “para que exista un héroe debe haber un villano”. Es decir, hay quienes plantean que el Presidente abrió intencionalmente un frente para aparecer de héroe. Hay otros a quienes el Presidente de la República nos abrió los ojos, poniendo sobre el tapete la inmoralidad y sinvergüencería con que operan los medios de comunicación en el país. Yo soy publicista (miento para vivir, como diría un colega). Aprendí el “arte” de la persuasión -manipulación- para hacer que las personas hagan, compren, digan, crean y callen lo que le convenía al poder que me contrataba. Yo soy una voz autorizada para hablar del tema de la utilización de mentiras en los medios de comunicación. Pero aunque usted no lo crea, yo pensaba, hasta que el Presidente abrió el debate, que los informativos de los medios de comunicación eran OBJETIVOS. Yo creía lo que ahí se publicaba, se decía y se presentaba. Eso me da a pensar en la gente que nada sabe de sicología del consumidor y de semiótica, cree palabra tras palabra cada “verdad” que ahí se publique o se diga.

Eso en un medio responsable es muy bueno. Pero en un medio que responde a intereses económicos es un peligro. Ahora veo con cierta risa como los dueños de medios salen en defensa del derecho de informar y del derecho de la gente a informarse… ja ja ja. A ellos lo que les importan son la pautas. Les importa que la gente sea su audiencia. Si realmente les importara la población como dicen rasgándose las vestiduras, difundieran un sinnúmero de programas educativos que apoyen a los procesos democráticos. Pero a los dueños de los medios les importan sus empresas. Ellos quieren hacerse ver como “quijotes” defensores del derecho de los ecuatorianos… pero lo que realmente defienden es su bolsillo.

Esta es una de las cosas que le agradezco al Presidente Correa. No caeré en el juego de la polarización que él plantea. No me considero correista ni opositor. Aplaudo lo que hay que aplaudir.

viernes, 18 de junio de 2010

No dejes que nadie lo decida por ti


Yo decido estar donde estoy. Soy yo quien decide levantarse todas las mañanas. Yo quien decide que el día será bueno o malo porque finalmente, soy yo quien tiene la última palabra para que ESO que ahora me molesta, sea más bien lo que me construya. Soy yo quien está parado frente al espejo y decido verme hermoso, con mis pantalones rotos y mis chompas pasadas de moda. Soy yo quien amo y perdono. Soy yo quien aliento el milagro de la vida en cada cosa buena que hago. Soy yo quien está decidido a ser amigo y no enemigo, quien decide levantarse en vez de quedarse en el piso, quien decide hablar en vez de callar, quien decide reír en vez de llorar. Yo soy quien tiene el control porque Dios me dio esa potestad al crearme. El me cubrió de amor y debo serle fiel a ese amor. Soy yo quien escribo esto para que tu comprendas que sentirte mal es una decisión que nadie te obligó a tomar, la preferiste porque te sobra el tiempo que a mi me falta. Yo me muero mañana y si no me muero me arrodillaré a darle gracias a Dios por una nueva oportunidad.

martes, 15 de junio de 2010

Hombres y mujeres no somos iguales: gracias a Dios.



La Igualdad de género es tan irreal como insostenible. ¡No somos iguales! Somos complementarios. Mal puedo exigir igualdad de derechos si somos tan diferentes. Por ejemplo, cómo exijo mi derecho a la maternidad gratuita… Sostengo que la mujer es la creación más hermosa de Dios. No importa finalmente si la sacó de una costilla, del pecho, del cerebro o de la pierna, el hecho es que la creó. Pero al hacerla puso sobre sus hombros la maravillosa responsabilidad de llevar la vida dentro de su vientre. A mi juicio, solo esto ya la hace “superior” -si dentro de la complementariedad podría haber superioridad-.

La mujer es una pieza extremadamente clave dentro del equilibrio de la sociedad. A mi juicio, no solo prolonga la especie físicamente, sino moralmente también. En los años 60 en una lucha de “igualdad de derechos”, las activistas creyeron que al orinar paradas, al fumar tabacos y al hablar con malas palabras, igualaban a los hombres en su rol social. Pues no. Gracias a esa dichosa “igualdad”, hoy vemos que las mujeres han salido a trabajar con los hombres y al mismo paso que ellos. Hogares descuidados por un “derecho”. Ahora bien, no podemos negar que la mujer tiene derecho a desarrollarse, pero el costo que como sociedad estamos pagando es sumamente alto. Adolescentes en las calles porque sus padres trabajan, niños que acceden al tabaco a más corta edad, niñas que dejan de ser vírgenes más temprano, etc.

Las mujeres de hoy se dejaron impactar por la mentira de que a los hijos hay que darles “calidad” de tiempo y no cantidad. Yo agradezco que mis padres me dieran cantidad porque de la mano de la cantidad es como llegó el ejemplo. No sostengo que la mujer debe quedarse en casa. No. Pero creo que como sociedad debemos ponerle un alto a nuestro apetito voraz de tenerlo todo cuanto más rápido mejor. La mujer debería tener algún tipo de incentivo salarial por el trabajo doméstico y creo que deberían haber muchos trabajos de medio tiempo para que ellas puedan estar al frente de los hogares.

¿Qué los hombres deberían hacerlo también? Nadie lo discute, pero solo con ver las estadísticas entenderemos el problema. Hoy hay más mujeres esbeltas, guapas y realizadas que nunca, pero a la par, hay más suicidios de adolescentes, más SIDA en menores de 18 años y más embarazos no deseados que nunca antes en la historia. No podemos decir que si la mujer vuelve a la casa las cifras bajarán porque son algunos los factores que inciden en estos datos, pero es innegable que la mujer cumple un rol muy diferente al que ahora está “acostumbrándose”.

sábado, 5 de junio de 2010

Mis relaciones y el Facebook



El Facebook reemplazó el parque frondoso que tenía frente a mi casa. Ese parque donde uno se conocía con la chica que luego se convertiría en la enamorada del verano, donde uno se le declaraba, donde nos besábamos y hasta donde, por falta de presupuesto, incluso con algunas llegué a hacer el amor. El Facebook le quitó las flores a las serenatas y las serenatas a los amores. Le robó la magia a las mariposas en la panza y le quitó el secreto a la complicidad. El Facebook ha llenado de inmediatez mis mañanas. Ya no tengo que darme el trabajo de llamar a nadie, es más, hace rato que no oigo las voces de los amigos que están más en contacto conmigo.

El Facebook le quitó el romanticismo hasta al menos romántico de los escritores: yo. No puedo explayarme para contar las cosas con detalle sino resumo abruptamente con la esperanza de que los que somos de mi época lleguen a comprenderlo. Además le quitó lo bonito al castellano: le quitó las tildes a las esdrújulas y abrevió hasta los insultos. En mi época de adolescente me tomaba la molestia de gritarle “hijo de puta” a algún brabucón que violara lo que yo entendía como mis derechos. Hoy, gracias al Facebook, a ese mismo hijo de puta podría eliminarlo de la lista de mis contactos. ¡Tremenda represalia!

El Facebook hizo que los chismes se conviertan en “noticias”, y eso es un problema a la hora de confesarme: qué cura me daría una penitencia por emitir y recibir “noticias”. Recuerdo que por chismoso me plantaron un recreo entero de padrenuestros y avemarías.

Pero es que hasta para hacer el amor el Facebook ha sido un represor. Cuanto había que palabrear antes… hoy solo hay que etiquetar un par de fotos, subir seis comentarios, linkear algunos sitios y ponerle fecha al coito que, por cierto, ni siquiera debe ser presencial porque con las “maravillas” de la tecnología, hoy puede hacerse en línea.

Este es mi alegato en contra de esta herramienta. Me encantaría terminar este artículo mostrando mi protesta y declarando que jamás volveré a usarlo… pero cómo difundiría este mismo artículo.

viernes, 23 de abril de 2010

Dejémonos de huevadas…




Así dicen en mi barrio cuando las cosas están más claras que el agua y “porai” sale un vivo para tratar de “empuercar el charco”.

¿Te acuerdas que en el colegio nos enseñaron sobre la revolución francesa? Pero mejor aún, ¿te acuerdas que nos dijeron que ahí había sido la cuna de los derechos humanos? Pues bien, desde la declaración de igualdad y fraternidad, las cosas han cambiado “un poquitín”.

Resulta que don Sarkozy cree que lo que él entiende por bienestar, es NECESARIAMENTE el bienestar de los demás. El plantea que en los lugares públicos, las mujeres musulmanas, no pueden usar la burka, que es el pañuelo que les cubre la cara. Porque según él, este acto deprecia a la mujer a un segundo plano. Pero ahí viene lo interesante: ¿y si ella se siente bien con su creencia? Para quienes somos cristianos esta declaración es un “maravilloso” golpe en contra del Islam… pero para los que defendemos el derecho que todos tenemos a creer en lo que queramos es un atentado. Pero es difícil entenderlo desde nuestro zapatos, por eso me he permitido graficar en un ejemplo un caso bien podría hacernos entender mejor la posición del líder francés que, como todo buen europeo, sabe que la democracia y la libertad son valores incuestionables siempre y cuando defiendan sus posiciones, caso contrario se llama libertinaje.

¿Cómo nos verán los Lamas a nosotros? Ellos son monjes que comen una vez al día, que no tienen pertenencias, que no tienen relaciones sexuales y que, como si no fuera poco, son felices con el servicio a los demás. En alguna ocasión tuve la oportunidad de conocer una respuesta que dio el Dalai Lama a la pregunta: “¿Qué es lo que más le admira a usted de la humanidad?” El respondió: “El ser humano. No entiendo como una persona trabaja hasta el punto de arriesgar su salud para tener dinero, y una vez que lo consigue gasta todo el dinero que logró para recuperar la salud”. Pues, yo me pregunto, cómo nos verán los Lamas. Esas mujeres que don Sarkozy quiere reivindicar, son muy parecidas a las modelos que aparecen en su industria de moda. Modelos que valga la pena decir que solo valen por su belleza porque la misma sociedad les castró cualquier otra posibilidad de desarrollo. Son, las musulmanas, mujeres muy parecidas a las de los concursos de belleza que se hacen en Francia y en todo el mundo occidental bajo el paraguas de don Donald Trump, que solo valen por sus cuerpos operados y su belleza artificial y no por sus sentimientos, sus logros, sus creencias, sus infinitas posibilidades de desarrollo y su amor…

En unos casos hay que reivindicar a las mujeres, en otros hay que utilizarlas. El problema de Francia y de Occidente, es que los musulmanes no les pagan a sus industrias por el derecho que tienen la mujeres a usar la Burka… en cambio, sus modelos le dejan enormes réditos a sus empresarios. “Bisnes ar Bisnes” y a la mierda los derechos de las personas.

lunes, 19 de abril de 2010

Mi vigencia




Parecería a veces que el quehacer cotidiano nos quita la vigencia… pero eso es mentira. Siempre estamos vigentes. No para todos, claro está, pero siempre estamos vigentes. Un día será para unos y otro día para otros. La vigencia es como la simpatía… siempre somos simpáticos, pero lastimosamente no siempre lo somos con las personas que debemos serlo.

jueves, 18 de febrero de 2010

¿Me sientes aun?


¿Acaso sientes mis confusiones y mis malestares rondándote las esquinas? ¿Sientes mis interpretaciones y mi brújula a medio calibrar indicándome las cumbres que nunca debí subir? ¿Sientes mi pesadumbre y mis nostalgias haciéndote peso en el auto? ¿Sientes mi paroxismo por las cosas en las que fallaste? ¿Sientes mis cuestas empinadas y mis curvas con neblina como cortejan tu atención a gritos? ¿Me sientes, realmente me sientes como dices que me sientes? ¿Sientes como encallan mis barcos en tus playas? ¿Sientes como te llamo y sientes como me contestan los ecos enfurecidos? ¿Sientes mis ridiculeces amargándote las ocurrencias? ¿Sientes mi respiración torpe sobre tu cuello en un lastimero esfuerzo por excitarte? ¿Sientes mis labios mojados de lágrimas? ¿Sientes la voz que se calla con los silencios de tus “casualidades”?
¿Estás segura que es a mí al que sientes?

miércoles, 17 de febrero de 2010

Saulo Ariel, ¡cómo no publicarte!


Esta es la carta de Saulo Ariel al blog. Me place mucho publicarla.

Hace algún tiempo alguien me dijo: Por qué preocuparse por los problemas que no tienen solución.
Otro día, alguien mencionaba que los problemas que no tienen solución en realidad no son problemas.
Frente a tal sentencia alguien contragolpeó diciendo que: los problemas que no tienen solución no son problemas sino catástrofes.
Quizá cada cosa es del color del vidrio con el que se lo ve...quizá.
En cualquier caso, a veces quiero creer que mi depresión efímera o relativamente periódica es la prueba evidente de que aún sigo vivo y de que vale la pena seguir viviendo.

Por cierto, gracias por el post.

miércoles, 10 de febrero de 2010

¡Este es tu veredicto!


Acógete al derecho que tienes de ser feliz y a la obligación de hacer felices a los demás. Acógete al veredicto de la vida de crear y fortalecer lo que ya está creado. Haz el bien y los remordimientos se disolverán en las turbias aguas del olvido. Acógete a mirar crecer a los que amas sin entorpecer sus propios procesos. Acuérdate que cada experiencia es una huella digital: nada es igual a nada, todo es único. Por eso el vacío de una vida que se perdió, no se soluciona trayendo otro hijo al mundo. Por eso una infidelidad no se soluciona ni se mitiga con otra. Por eso el vaso de agua que tomaste hoy ya jamás lo podrás volver a tomar… por eso.

Hoy eres el maestro y el alumno al mismo tiempo. Eres la derecha y la izquierda. Eres el negro y el blanco del mismo lienzo por más que las torpezas del consumismo te obliguen a definirte para venderte algo nuevo. Eres el norte y el sur del mismo mapa. La sal y el azúcar de la misma receta. Eres lo que nadie más es. Eres un milagro que reclama enojado a gritos por serlo. Eres la inconformidad de la belleza. Acógete a ser tu y solo tu quién finalmente tome las decisiones. Hoy eres la parquedad y la locura desenfrenada. Eres el celibato y el sexo sin mesuras. Eres la circunferencia que empieza y termina en ti. Todo lo demás, léelo bien, todo lo demás gira en torno a ti y es, si lo permites ser… no más.

Esta masturbación sicológica eyaculó el más hermoso de los orgasmos: yo mismo. Por eso te invito a descubrirte en el diván del silencio y la soledad. Pregúntate, contéstate, enójate, ríete, recuérdate… vívete al máximo si quieres poder compartir tu vida. No podrás dar nada de lo que no tengas. Por eso es la urgencia de ser. Por eso es mi premura de hablarte aunque no te conozca. ¿Coincidencias? No, procesos universales maravillosos que ni tu ni yo entendemos. Ahora que ya te dije lo que debí, me quedo con la satisfacción de haberte tocado con la yema de los dedos.

martes, 9 de febrero de 2010

De Pinocho y la Cicciolina





Cuando me fui de mi para ver si me encontraba, como narré anteriormente, no esperaba encontrarme con lo que me encontré. Recuerdo cuando era niño y vi una película que me cambió la vida: fue en la que Superman se hace malo y termina peleando con él mismo… como cuando uno se emborracha. Para los niños “normales” fue una más, tal vez. Para mi que la vida siempre fue una complicación voluntaria, la película encerraba una pregunta que me taladró la infancia: ¿tenemos un “malo” dentro de cada uno? El Apóstol Pablo dice que nuestra naturaleza es pecaminosa (con inclinación hacia el pecado) y Hermann Hesse, el escritor alemán y premio Nobel en literatura, que dista mucho del Apóstol Pablo, escribió una obra que leí obligatoriamente en la universidad que se titulaba “El Lobo Estepario” (1927), que ratificó mi apreciación sobre los postulados filosófico – teológicos de Superman.

Todos tenemos un malo que, como es de imaginarse, hace y propone cosas malas. Luchamos con él todo el tiempo. La religión occidental lo etiquetó como el Diablo: el gran alcahuete. El budismo, a mi juicio más lógico y humano, lo hace ver como “nuestro”. Es decir, así como habita el bien, es de imaginarse que habitará también el mal. La lucha es contra esta naturaleza humana y nuestra y no contra un tercero. Pero sea como sea, ahí está.

Me estoy encontrando con este “lobo de la estepa” que come a costa de la felicidad del resto. Pero lo más cruel, es que veo en los que antes imaginaba como presas débiles, a terribles depredadores mentirosos y oportunistas que su “camuflaje” humano no deja ni siquiera suponer. Veo estrategas despiadados (as) donde antes veía víctimas. Por eso, para ese sencillo descubrimiento, es que he hecho este artículo que he titulado como Pinocho y Cicciolina… al buen entendedor, pocas palabras.

Carta de un Lector


Me da muchísimo gusto publicar esto. Es la carta de un lector de este blog que se identifica como Saulo Ariel. Sus preguntas son muy válidas y por válidas publicables. Se refiere al artículo MIS ENEMIGOS que está debajo de este. Con su permiso:

"Interesantes reflexiones Don Matías.
En efecto, algunos de nuestros recuerdos, percepciones, intereses, afectos, tabúes y prejuicios, etc., son nuestro peores enemigos.
Pero, de tus reflexiones matiasianas me surgen algunas preguntas: ¿cuál es tu verdad, con la cual pretendes enfrentar tus demonios? ¿Aquella "verdad", acaso, es tu felicidad y la consecución de tus intereses presentes y futuros? Pero, ¿son tus intereses verídicos y válidos o simplemente el fruto de imposiciones que eres incapaz de percibir o enfrentar, debido a tu inestabilidad?
Señalas que renuncias al odio y haces bien, pues como dice el chavo del ocho : "el odio no es bueno, mata el alma y la envenena". Y si lo dijo Chespirito por algo será.
Pero, hablas de postergar la venganza infinitamente hasta que según tú, se pierda en el pasado. Pero Don Matías olvidas que la venganza del mañana, será mañana la venganza de hoy, y ésta a su vez será el odio de mañana, y así "sustantivamente", como diría el chavo. "

lunes, 8 de febrero de 2010

Yo quiero saber…




Si, admiro mucho al presidente Correa y no es una cosa que escondo. No es menos cierto que discrepo ampliamente con su polarización también. Admiro a Nebot, pude conocerlo personalmente cuando era candidato a la presidencia. Pero no creo que el problema del país esté en quién de los dos sea más popular. Tal vez ese sea el problema en un colegio particular entre la reina del carnaval y la capitana de las “Chir liders”, pero en mi país, en el continente y en el mundo, hay problemas más complejos que requieren de otro enfoque en las agendas.

Quiero saber “morochamente” qué va a pasar con el Yasuní. Me gustaría saber si cambiar a Roque Sevilla por Freddy Elhers será mejor. A mi juicio no era un tema de nombres sino de resultados y, corríjanme si estoy mal, pero Roque Sevilla los consiguió.

Quiero saber por qué con tanta investigación de mercado y sondeo no se ha analizado seriamente la posibilidad de educar, como un plan estratégico, a la población en solidaridad. Más allá del romanticismo, miren, no hubiésemos necesitado cortes de energía si colaborábamos todos. Por ejemplo, si todas las familias hubiésemos acordado apagando UN SOLO FOCO, en Quito habríamos tenido 500 mil focos menos. No necesitaríamos más armas en las calles si la seguridad fuera un asunto de corresponsabilidad, está comprobado que en sectores donde se lincha a los delincuentes, estos tienen miedo de ir. Sin querer decir con esto que deberíamos lincharlos, parto de una premisa simple: la unión hace la fuerza. Muchos problemas tienen un origen en el individualismo. Un estadista ve en esta “guerra” una excelente oportunidad a largo plazo. Pero la pregunta es: ¿están dispuestos Nebot y Correa a planificar estratégicamente a largo plazo?

Quiero saber si realmente los ciudadanos tenemos poder y cómo ejercerlo fuera de la retórica. Qué debemos hacer para que nuestras agendas sean vistas como prioritarias y no las que nos imponen las coyunturas o los medios de comunicación.

Quiero saber si los gobiernos locales y seccionales ven al ecuatoriano como lo más importante o como parte de un contexto general. Parecería que lo vieran en contexto, así se explica la priorización de extraer petróleo, de la minería en espacio abierto, de la ridiculización a la propuesta ambiental como “ecologismo infantil”, del estricto derecho de admisión en el Malecón de Guayaquil, etc. Cuando el Ser Humano es lo más importante, todo gira en torno a la vida, al bienestar y a la democratización de oportunidades. No veo eso en las políticas generales de Correa o Nebot. Aunque debo aclarar que en el Oriente ecuatoriano, la obra del gobierno de Correa ha superado 2 a 1 la expectativa de la gente y hay un sinnúmero de familias beneficiadas por puentes, escuelas y centros de salud. Aplaudo eso, pero me gustaría saber si en el resto del Ecuador las cosas son iguales.

Quiero saber si la corrupción tiene alguna posibilidad, por remota que sea, de desaparecer con nuevas leyes, nuevos funcionarios y nuevos procesos. No lo he podido ver en “compras públicas” donde he escuchado ya varios testimonios de proveedores favorecidos con precios más altos y peor calidad. ¿Será que cambió el proceso pero los resultados son los mismos? Quiero saber si la información de Compras Públicas se “encripta” y solo se la puede ver al final. Quiero saber si los comités que escogen la mejor propuesta lo siguen haciendo a dedo o con la mejor oferta. Quiero saber si cuando el comité abre las propuestas tiene el nombre del oferente o solo un número de oferta que le impida tomar partido por su “amigo” del que seguramente comisionará. Quiero saber en el caso de las ambulancias del Ministerio de Salud, ¿qué realmente pasó? ¿Acaso puedo ofertar también yo una ambulancia si tengo los contactos con fabricantes de carrocerías que transformen una furgoneta cualquiera en una enfermería móvil?

Quiero saber si la simpleza de mis preguntas se confronta con la complejidad de las formas que dibuja la política para esconder sus intenciones.

viernes, 5 de febrero de 2010

Mis enemigos


Se levantan contra mi mis enemigos: la duda, el odio, la inestabilidad, la suposición. Todos. Empiezo mi lucha con una estrategia: no pensar. Luego veo los flancos donde mi oponente es débil y despliego mis tropas. Veo que la duda no se basa en la verdad y que la suposición es realmente quien la alimenta, quien la provee. Entonces, en un movimiento de laboratorio, dejo de suponer por propia voluntad. Pero, ¿me interesa saber la verdad para dejar de suponer? No. Tengo un reto y es vivir el futuro y no el pasado, porque sobre el futuro tengo poder, sobre el pasado no. Luego, aniquilado un frente, establezco mi primer fortín. Despliego aquí mi aparato de comunicaciones. Decido que todas las comunicaciones deben pasar primeramente por la verdad que decidí aceptar: vivir feliz en el presente y el futuro, en este esquema la duda y la suposición perdieron su asidero.

Una vez levantado un frente, el enemigo no parece tan devastador como se veía antes de arriesgarme a desembarcar. Ahora el odio es el siguiente blanco. Pienso… el costo con que el odio despliega sus tropas y moviliza sus recursos es alto. El estado normal del individuo es la paz, no la guerra. Por eso para odiar hay que hacer esfuerzo. Aprovecho esa información para atacar el odio con la inercia. No hago nada y postergo mi venganza para mañana. Recuerdo que los ganadores se hacen hoy y que los perdedores se hacen mañana. Por eso dejo postergado el odio. ¡No lo destruyo!, lo postergo, que para el es peor porque se mueve por emociones inmediatas y no por la frialdad de la lógica. Lo engaño, él cree que es fuerte al seguir ahí, pero al no actuar se convierte en nada.

La inestabilidad al verse sola, empieza a atacar con todo su arsenal, como que quisiera ganar la guerra en un solo día. Me dispara con lo mejor que tiene: recuerdos, comparaciones y motivos. Sufro varias bajas tratando de entender su estrategia. De repente, entiendo que estoy jugando en su terreno y ella va demasiado rápido para combatirla con lo que tengo. Primer paso entonces, retroceder. Debo planear antes de actuar para que cada movimiento mío no me signifique más vidas y menos resultados. Una vez detrás de mis barricadas, me doy cuenta de que la inestabilidad se mueve por mis pensamientos. Si no pienso no se puede mover. Por eso decido, YO DECIDO que anulo cada pensamiento que quiero anular. Lo logro pensando inmediatamente en cualquier otra cosa. Al ocuparme e involucrarme en cualquier otra actividad gasto energía y genero nuevas experiencias. Parecería que la inestabilidad es muy fuerte porque puedo ver sus tropas de pie rodeándome al filo de la montaña. Lo que mi angustia no me ha dejado ver es que detrás de los que veo hay bajas todo el tiempo. En otras palabras, lo que realmente veo es una ilusión. Se debilita lento y es el tiempo el que me ayuda a reagruparme. Pero poco a poco me voy dando cuenta de que en su frente quedan huecos que no se llenan… ya no tiene con qué llenarlos. Voy derrotando a mis enemigos. Gracias Dios por no dejarme.

jueves, 4 de febrero de 2010

Taxi, sexo y rock & roll


Quién sino un taxista para ser una fuente confiable de información en lo que a tendencias sociales se refiere. Hoy tuve la oportunidad de conversar con uno por 25 minutos. Se, gracias a él, que en Quito 9 de cada 10 hombres son infieles y 7 de cada 10 mujeres también. Sé que la mujeres hablan de las falencias de sus maridos con sus amantes y que los amantes son “dos cucharas de caldo y a la presa”. Se que los rangos de precio en los que oscilan los moteles que frecuenta la ciudadanía capitalina que utiliza los moteles es desde 5 USD. hasta 30 USD. Se que las mujeres son las que piden excentricidades como uvas, vino, leche condensada y demás… todas justifican sus petitorios por la falta de creatividad de sus “esposos”. Sé que muchas mujeres asumen su sexualidad como el último recurso para sobrevivir, en otras palabras y siendo textual con la cita de mi informante: todas saben que ofreciendo la “polla” pueden comer. Las mujeres son más liberales que los hombres así la imagen pública que tienen estos últimos diga lo contrario. Un hombre miente para conseguir lo que quiere, según mi informante, una mujer es más directa en sus insinuaciones y menos retórica. El hombre busca sexo puro, salvaje, egoísta. Una mujer busca suplir, soñar, sentir. El hombre es menos inteligente que la mujer y lo prueba en su accionar. Son más las mujeres que encuentran a sus esposos en infidelidad que los hombres. Pero son los hombres lo que reaccionan más frecuentemente con violencia.
25 minutos de indiscreciones. 25 minutos de saber lo que mi burbuja de “nivel socio económico” me impide. ¡Gracias señor taxista!

martes, 2 de febrero de 2010

¿Cuántas bajas has contado?


No quería que dejemos este amor inconcluso. Tal vez fallé al ser tan conclusivo y tu tan volátil. Tal vez fallaste al amarme con el corazón y fallarme con el resto del cuerpo. Tal vez fallé yo al diseñarte el amor en braile y tu al enamorarte ciegamente de mi: un ciego para otro ciego. Tal vez fallamos en hacer acuerdos inalcanzables y al alcanzar límites inadmisibles. Tal vez fallaste en besarme pensando en otro; tal vez fallé yo por besarte pensando en la misma. Tal vez se rompió el amor como una cáscara de huevo en medio de una avalancha. Tal vez fallaste por amarme y luego por ignorarme. Tal vez fallé yo por ignorarte todo el tiempo en que me amabas. Tal vez fallamos en callar lo que siempre debimos decir y por decir lo que siempre debimos callar. Tal vez fallaste por entregarte en bandeja de oro a los cuentos de hadas de tus frustradas historietas. Tal vez fallé yo al vivir como protagonista de este comic interminable.

Fallamos: ¿y ahora qué? Enterramos a los muertos o vamos a las barracas.

viernes, 29 de enero de 2010

¿Somos nosotros?


Enfrentados como estamos los unos contra los otros. Odiándonos hasta donde sonreírnos, matándonos con un apretón de manos y doscientas palabras de relleno que bien podrían decir totalmente lo contrario. Ahí estamos. Aborreciéndonos y juzgándonos en un vaivén de miradas asesinas, en un suicidio colectivo donde los que no mueren matan. Ahí estamos enfrentados por cualquier estupidez por relevante que parezca. Ahí estamos quitándonos la comida de la boca para figurar en las fotos, ofertando dinero para forjar imagen pública, palmeándonos las espaldas para llenarnos de adeptos… ahí estamos. Felicitándonos en manada por méritos invisibles, cortejándonos la flacidez, elogiando el mal gusto, fingiendo admiración por inercia. Estamos listos para cumplir con nuestro papel de aves de presa, somos hábiles depredadores sedientos de sangre, de gloria. Ahí estamos aunque cuando uno camina por la calle parecería que no estuviéramos.

Estamos detrás de la máscara, del vidrio, del aplauso. Estamos en forma de amigos, de esposos, de amantes, de familiares. Estamos sujetos a nada. Nuestra norma es la supervivencia y procreamos víctimas y monstruos. Los unos se comerán a los otros pero son las víctimas las que más hambre acarrean. Los muertos nos se entierran, se exhiben como trofeos de un combate tácito.

Ahí estamos agazapados en posición de ataque. Esperando que alguien se descuide de la presa, esperando que con la tarde también caiga la competencia, porque nos quedaremos solo los más fuertes, y seremos nosotros los conquistadores. Ahí estamos, más astutos que antes, más bárbaros. Ahí estamos.

lunes, 25 de enero de 2010

El comboy de mi tristeza


Todos salieron en comboy: los sueños, los versos, los besos, los orgasmos, los recuerdos, los gritos de auxilio, las lágrimas, los llantos en silencio, los chistes, las confesiones, los primeros de enero, los 29 de mayo, los mensajes al celular borrados, los granos de café, los cielos abiertos, los aterrizajes forzosos, los árboles, las nubes, los fantasmas del pasado, las iglesias, los escondites, las recargas que te regalaba, los montones de saliva desperdiciada en llevar vidas paralelas, los helados, los libros de Chopra, los caminos que no llevan a ninguna parte, los escándalos, los golpes, las fiestas, la moral, la palabra de cuatro letras a la que toreamos, los versículos que no leímos, la amistad que nos profesamos, el amor que pisoteamos, el Rodeo blanco que te hacía sentir señora, la carroza fúnebre donde me vi paseando, el elefante que fue a dar en la basura, el collarcito caro, el collarcito barato, la blusa con la que conseguía, las palabras con las que yo no conseguía nada, la ilusión, el recato, el ahorro, el terremoto, la colección de fotos, el revistero, el atropello, el derecho, la virtud, el spaguetti, el sueldo fijo que me separa del éxito, la gordura, la mediocridad que me viste de colores, la tormenta, las campanas, las cervezas, las llamadas, el menisco, el pellizco, las mojas, los hijos, los deberes, las lecciones que nadie revisó, los exámenes que se jaló, los autobuses que dejaste de tomar, el perfume que te hace culpable, el tabaco, la playa, la sordera y mi confianza. Todos salieron en comboy y no dijeron a donde iban.

viernes, 22 de enero de 2010

¿Sabes dónde estoy?


Tomando café hoy por la mañana me di cuenta de que no estaba ahí. Si, estaban mis cosas, mis libros, mis revistas, mis fotos, pero yo, específicamente yo, no estaba ahí.

Preocupado me vestí, me vi al espejo (que aparentemente reflejaba mi figura), me metí al bolsillo 25 centavos y salí a tomar un bus a alguna parte. No importaba donde realmente porque no me cumplía llegar sino irme. Me fui a buscarme.

En el camino encontré varios episodios de mi vida reciente que me dejaban ver más como un estúpido que como alguien al que se amerite buscar. Pero en mi caso no es que me quedaban muchas opciones. Me fui a la mierda y debía rescatarme, socorrerme u olvidarme. Fui por mí pegando retazos de historias que me daban pistas escuetas de mi paradero. ¿Estaré vivo? Me preguntaba mientras me movilizaba en un bus viendo por la ventana a alguna cara conocida. Pero, ni conocidos ni respuestas.

Me busqué en un La Mayor, que era la nota donde siempre empezaba mis conflictos. No estaba ahí. Me busqué en un sainete, me busqué en el jugo de limón que me daba vida antes de que la “perdiera” dentro de esta búsqueda. Me busqué en miles de nalgas, en miles de fotos, en miles de ventanas y en miles de rostros bonitos que era donde se quedaba habitualmente parte de mi… no, no estaba ahí.

Cansado de los resultados decidí sentarme a escribir para pedirte a ti, que ahora estás leyendo, que si me ves me avises. Hace rato que dejé este cuerpo que vive por inercia para mudarme a no se donde. Si me ves, avísame por favor que se me hicieron largas las noches que no duermo. Avísame porque me sobra un plato en la mesa y una entrada para el cine. Avísame porque al que peino no soy yo: no me río como yo, no vivo como yo, no sueña como yo. Avísame porque la desesperación me está haciendo creer que el tipo este del espejo soy lo que quedó de mi luego del tsunami que me inundó la costa. Avísame por favor.

miércoles, 20 de enero de 2010

¿Lo leerás?


Te escribo a ti sabiendo de antemano que no lo leerás. Pero cumplo con mi función y tu haces lo mismo con la tuya. Te escribo sabiendo que para que puedas leer lo que te pongo deben pasar dos cosas, y según las estadísticas, las dos son improbables: la primera es que me muera; la segunda es que madures.

Te escribo para recordarte que estoy aquí y para recordarme a mi que no necesitas que te lo recuerde. Te escribo para descargar la mochila que he llenado de paradigmas. Me siento como el niño que a la hora de dar la cara solo deja asomar la mano con la resortera… ¿Soy culpable? ¡Claro que lo soy! Soy culpable de aparecer inocente en un juicio que nunca me seguirás, soy culpable de haberte pensado con anterioridad y de haberte invitado a tomar un helado que dejó una cola de recuerdos que cuando me muera serán difíciles de borrar. Soy culpable así el jurado diga lo contrario luego de verme la cara de bueno que me cargo.

Te escribo sabiendo de antemano que no leerás ni una línea, que no te lo contarán, que no lo escucharás por accidente y que no está publicado en un medio al que tengas acceso. Te escribo porque tengo ganas de hacerlo. Te escribo porque hoy decidí abanderar la lucha de las causas perdidas, por eso te escribo.

No espero nada porque dejé de creer en los milagros desde que el año pasado que no fuimos al mundial: tantos rezos, tantas velas, tantas procesiones, tantas vírgenes (considerando que la virginidad es hoy por hoy una mancha más que una virtud) y nos quedamos con la camiseta comprada… Solo espero que lo sientas, que mis palabras te lleguen como brisa, como tarde soleada, como arena en el pelo, como un resfrío que se te meta dentro… solo eso espero.

martes, 19 de enero de 2010

Ahí estás


Se que estás ahí. Puedo olerte a kilómetros. Se que vives en la sala vip de un aeropuerto donde nunca llegan los aviones. Se que te bajaste del mundo porque iba muy rápido.

Puedo oler tus dudas, los instintos que te delatan, que te adornan. Se que estás ahí detrás de un simulacro al que por costumbre llamaste “vida”. Se que vives en la casa donde duerme el sol. Se que me recuerdas y que cada línea te permite escucharme… en silencio. Se que la vida te puso en el camino del olivo, del néctar salado que dejas como evidencia en la escena del crimen: para ser más culpable de lo que ya eres. Puedo escuchar como parpadeas frente a la pantalla. Es más, puedo oler tu respiración y puedo distinguir en ella el cambio de tu ritmo cardíaco. Estoy aquí, viéndote desde este párrafo, desde esta zanja en la que me auto exilié.

Dudas, como ya dudaste. Recuerdas, amas por ratos y te niegas. Sueñas en las fantasías que guardaste en la caja fuerte de tu moral. Aun puedo olerte en el horizonte celeste de mis conversaciones solitarias. Ahí estás por más que quieras esconderte.

lunes, 18 de enero de 2010

Imaginándote


Hoy te vi en la esquina de algún recuerdo borroso. Te vi en la saliente del sol y en el ocaso de mis sueños. Te vi entre la niebla y la lluvia, entre la sal y la arena. Hoy te vi y me veía a mi mismo con nostalgia y con pena. Hoy “nos” vi aunque suene cursi. Hoy estuve detenido en medio de los escombros que me dejó tu noticia y me vi empolvado, como esos bomberos rescatistas que darían su vida por la de otro… así de empolvado pero no así de solidario. Hoy me vi en un estado lastimero, lastimoso… lastimado. Hoy te vi con otra ropa, con otras joyas, con otros tiempos. No me di cuenta que en tu agenda no había espacio para mi nombre ni para mis actos circenses de payasadas rutinarias. Hoy te vi segura, imponente, envidiable. Hoy me vi dependiente, equívoco, impersonal. Yo no veo bien y sin embargo te vi y me vi. Con estos lentes gruesos no se escaparon los detalles de tus traiciones y las mías. Hoy fui lo que debí ser siempre: nada.
Hoy estoy, mañana estuve aunque gramaticalmente parezca una herejía. Hoy vivo y muero por cientos, por miles. Hoy, como el ave Fénix, salgo de mis propias ruinas para rogarte que no me compres pasaje de regreso. ¡Y es que no quiero volver! Déjame en la siguiente estación que estaré bien, no importa si es invierno, ¡déjame en la próxima estación!
Hoy te vi arrepentida. Mi desconfianza bordea tus cumbres, tus almuerzos, tus medias tintas. Mi desconfianza te acompaña como una morbosa mascota salvaje que se come lo bueno. Mi desconfianza aterriza en cada una de tus pistas. Yo estoy en cada halago pero también lo estoy en cada insulto. Yo soy un insulto personalizado. Hoy te vi en la cafetería con el que quiso ocupar mi lugar a medias; es decir, con el que solo quiso la fresa y dejó el pastel para el resto. Hoy te vi pasar agarrada de un recuerdo que nunca viví… y me dirás ¿cómo lo recuerdas entonces? Y te respondo con esa enfermiza tristeza que ahora me agobia: imaginándote.

miércoles, 13 de enero de 2010

Ya me fui


Por más que las redundancias golpeen furiosamente mi muelle, y por más que tu recuerdo sea la valla que algún publicista puso frente de mi casa, no tengo más opciones que respirar al unísono de mis suspiros. Por más que las estupideces que pienso sean eso: estupideces, y por más que las soledades acumuladas me sirvan de compañía, vivo por no hacer otra cosa mejor. Por más que las aventuras se alejen más de mi agenda y mi calendario se haya quedado en el primero de enero, suenan igual las zambas y duelen igual los valses que me hablan de ti.
Hoy tomo mi maleta imaginaria para hacer un viaje imaginario. Seguiré a tu lado pero me fui hace una hora y media. Estoy pero dejé de estar: deja tu mensaje luego de escuchar el tono.

jueves, 7 de enero de 2010

Hoy aprendí


Hoy aprendí que la justicia es una venda sobre las pupilas dilatadas de la inocencia. Aprendí que un tabaco de marihuana no es un escape sino solo una puerta. Aprendí que a las mujeres les gustan los hombres imbéciles y que a muchos hombres imbéciles les gustan los hombres solteros. Aprendí que soledad es una palabra que vive en la misma cuadra de mi casa. Aprendí que las nubes no son un adorno sino una alcahuetería que utiliza el sol cuando tiene pereza. Aprendí que los niños son buenos así hagan cosas malas. Aprendí que lo único medianamente relativo es el planteamiento de la ley de la relatividad. Aprendí que sentado se ve mejor el partido. Aprendí que la testosterona se puede mandar por mail. Aprendí que la gente que te hace cosas bajas muchas veces es alta. Aprendí que la muerte es un regalo que Dios nos tiene reservado para cuando decida jugar con nosotros al amigo secreto. Aprendí que Lucifer es un caballero de corbata importada que todos los días lanza los dados sobre la mesa, pero no siempre gana. Aprendí que ganar es ganarse. Aprendí que las cosas de grandes son exclusivamente para los grandes. Aprendí que lealtad es un valor con el que obligatoriamente debes salir de tu casa, caso contrario corre el peligro de ser “relativo”.

Cuando hablar es reiterativo


Cuando las palabras no dicen nada lo tendrán que hacer los silencios. Cuando las palabras se sofoquen en torpes ruidos inentendibles, será la calma la que tome la batuta de la orquesta. Cuando yo te diga lo que no entiendes y te busque en la ausencia de tus frecuentes desapariciones, ese día sabrás que estuve siempre ahí así no me hayas visto. Y es que fui tu espalda, tu codo, tu nuca… fui el que estuvo ahí así haya pasado desapercibido.

Cuando la tormenta deje de azotar mi primero de enero, en ese momento te miraré a los ojos y te diré: “lo logramos”. Como el soldado que pretende cantar victorias antes de pelear; o como el corredor que celebra el triunfo antes de su carrera. Así de irónicas y patéticas son mis escenas póstumas con las que quiero enterrar la avalancha de recuerdos, deducciones y suposiciones.

Cuando las palabras son una hilera torpe de sonidos es cuando hablan las manos, los ojos, las ausencias y este papel que aguanta todo. Cuando las palabras se van de la boca para posarse atrevidas sobre las inconsistencias uno preferiría que nunca hayan aprendido a volar. Cuando las palabras enamoran y luego hieren son cuando realmente se valoran antes de salir de la boca. Cuando las palabras se caen al piso y se rompen como vajilla fina, como la luna cuando se rompe en las ondas del agua, uno sabe que ya no valen para nada.

Cuando las palabras salen de la boca del desprestigio o de la boca del adulterio, pueden ser tranquilamente sembradas en el patio trasero del infierno. Cuando te dije que te amaba estaba loco… no era cierto. Hoy esa locura se ha ido regando por el cuerpo como tumor maligno. Me recorre, me intimida.

Cuando las palabras dejan de ser palabras la vida también se detiene para replantear la jugada. Jaque mate, una mentira más una palabra menos.

lunes, 4 de enero de 2010

La fidelidad: un supuesto no consentido



Yo podría creer en la auténtica fidelidad en culturas como las de Oriente donde, en gran medida, el espiritualismo tiene un fuerte asidero. Pero dentro del mundo occidental es simplemente un supuesto no consentido. La fidelidad se ha convertido en una de esas fantasías que los medios de comunicación venden como verdades. Entre ellas también están “el espíritu navideño”, la solidaridad, y un sinnúmero de intangibles que los comerciantes aprovechas para sacar tajada.

Dicen los orientales que somos un espíritu en un empaque al que llamamos cuerpo. Por consiguiente el cuerpo es secundario. La belleza, partiendo de esta lógica, nace dentro y no se hace fuera. Por eso es que Teresa de Calcuta era hermosa: nunca necesitó de Calvin Klein; nunca se puso un reloj de Cartier; nunca usó un levantacolas ni fue a un gimnacio; nunca tuvo un auto del año, pero sin embargo con solo ver su rostro uno sabe que podría haber ganado un concurso de belleza. Era hermosa. La vejez nunca fue su compañera de viaje.

Por eso es que en el occidentalismo, con este irresistible morbo que tenemos por lo material, la fidelidad encuentra un enorme caldo de cultivo. “Qué buen culo”, “Qué ricas tetas”, “Qué piernas”, “Qué auto”, “Que bien huele”, “Que bien se viste”, “Que tarjeta de crédito tan generosa”, etc., etc., etc. Somos un cuerpo que hay que saciar. Somos un enjambre de hipócritas que con el discurso de lo moral y lo bueno en la punta de la lengua, pensamos con el bolsillo y los genitales.

Hablaba con un sicólogo cristiano – evangélico y me decía que dentro de sus pacientes, hay más infidelidades a nivel de sus coidearios (o “panderetas” como les dice un amigo) que entre los ateos. Les digo ateos sabiendo de antemano que no lo son. Muchos dicen ser católicos pero como el mismo Cristo enseña: “se puede separar el trigo y la cizaña solo cuando dan fruto”, más claro, por sus hechos los conoces. ¡Una población infiel dentro de la iglesia! Eso si es la gota que derrama el vaso.
Yo hablo con propiedad de este tema porque he estado en ambos lados. Pero no es sino al estarlo en que aparecen acólitos que se van identificando dentro del “club”. Amigos, amigas, hermanos, sobrinos, tíos, vecinos, la mayor parte han estado en uno de los dos lados. Pero claro está, ninguno de los traidores se siente culpable sino “valiente” y ninguno de los traicionados se siente valiente sino “herido”. Pero todos tienen esa doble moral del “yo nunca” que es tan nuestra y tan falsa.

Los mozeros y las mozas son parte del paisaje urbano que vino de la mano del progreso. Los trabajos son esos grandes night clubs que acaparan, promueven y socapan a centenares de “buenos hijos de Dios” que van por la vida con esa filosofía tan suya: “chulla vida”. En el camino quedan los escombros de lo que un día fueron familias estables y felices… por eso es que las sociedades occidentales son más débiles que las orientales. Pero el occidentalismo también nos ofrece la solución: grandes bares donde las penas se disuelven en exóticas bebidas anestésicas y grandes centros comerciales donde la pena se esconde detrás de bambalinas.

La fidelidad es una de las estampas que vamos dejando atrás: como las torres gemelas o el rostro de la princesa Diana. Es una de esas cosas viejas que hay que replantear para que el mercado pueda volver a ofrecérnoslo “reeditado”. Tal vez vuelva un nuevo estilo de fidelidad en tríos o cuartetos. Tal vez. Yo me quedo sentado frente a la ventana con la cobarde apreciación del observador… no emito juicios ni tomo partido.

La fidelidad es de esas piezas de museo de grandes inventos que uno ve detrás de la vitrina con nostalgia mientras se susurra para uno mismo: ¡cómo servía!
Matías Dávila 2010, Todos los derechos reservados. Quito - Ecuador - Suramérica