domingo, 26 de junio de 2016

“La puta que lo parió” y otras mentiras contemporáneas

Por matías dávila

Este tipo de titulares “vende”. Pude titular: “Los absurdos de la democracia representativa”, y les puedo asegurar que no me leía ni mi mamá.

Tenemos una educación basada en las mentiras. Un sobrino mío encontró en su escuelita, al profe de “educa” metiéndole la mano por debajo del calentador a la “tía” que es su maestra. ¿Cuál fue la historia? Que la “tía” se cayó, y el profe le estaba sobando la colita para que no le duela. Lo irónico es que esa misma “tía”, es la que les prepara a los niños para la obra “Pedrito y el Lobo”, para que sus pequeños alumnos sepan las consecuencias que las mentiras les pueden traer en su vida.

Que levante la mano quien, desde la escuela, ya empezó a utilizar regularmente el “hijo de puta”. Casi todos. La diferencia es que en la escuela nos dolía que nos digan así porque lo entendíamos literal. Luego fueron pasando los años y nos dimos cuenta que era parte de la mentira. Es decir, no es que Juanito venga de una meretriz. el “hijo de puta” no era por su conservadora y religiosa madre, sino por las acciones oprobiosas del pequeño. Bueno, y de ahí ciertas interesantes derivaciones: “Hijo de las mil putas”, que está claro que es más literario que literal porque biológicamente una persona solo puede nacer de una puta y no de varias. El fascinante: “Hijo de una valienta puta” que gracias a la falta ortográfica que adjudica género femenino a la palabra “valiente” es que se oye imponente y autoritario. Y la frase con la que empiezo mi nota “la puta que lo parió”. Esta composición es especialmente incierta. No es concluyente porque no dice nada. Tal vez más diga “El presidente que te gobernó”; o “La leche que te tomaste”... pero “la puta que lo parió” es solo nombrar a la progenitora de un fulano, para luego no decir nada. El insulto recae, y en esos estamos claros, en darle un oficio a la señora que de seguro ni conocemos, para tratar de golpear la honra del fulano por “carambola”. La pregunta del millón aquí es: ¿conoce usted al hijo o hija de una prostituta? Dentro de mis miles de amigos del facebook, estoy seguro que por lo menos hay uno. De todos modos, no puedo aseverar que ser hijo de una prostituta te convierta en una mala persona. De hecho, ser prostituta, y eso les digo porque en mi época de juventud tenía varias amigas “practicantes”, más bien les hacía muy buenas personas. Era gente sumamente solidaria. Ellas entendían la vida desde otro frente. Algún rato una de ellas me pegó el botón de una camisa y me planchó un pantalón: por el solo hecho de ser amigos y a cambio de nada.

“Hijo de puta” está institucionalizado. Pero creo que es hora de quitarles el peso de la maldad tanto a las putas como a sus hijos, y empezar a incorporar a nuestros insultos a nuevos actores que realmente son malos y avergonzantes. Podríamos tener en vez de “puta” un cargo político específico. O tal vez el oficio de algún opositor.

Que a mi me digan “hijo de puta”, como realmente me dirán muchos después de leer esta nota, ni me va ni me viene. Pero en cambio: “hijo de ministro de la felicidad” o “hijo de banquero”, que ambas resumidas son “hijo de vago”, eso si me dolería.

No profundizo más porque se me están viniendo un montón de ideas maravillosas a la cabeza pero tal vez, en lugar de ganarme un buen “hijo de puta”, me pueda llegar a ganar una buena paliza, y a mi edad, eso ya no es una aventura sino una sentencia de muerte.

Les dejo pensando en las otras mentiras contemporáneas que anuncié en mi titular.





Matías Dávila 2010, Todos los derechos reservados. Quito - Ecuador - Suramérica