jueves, 26 de enero de 2012

Las claves de la felicidad.




Tuve ayer una llamada que me quitó la paz: el diario Hoy va a entrevistarme para conocer de mi boca, las claves de la felicidad.

Ni en los exámenes de matemáticas creo haber pensado tanto. ¿Felicidad? Primero valdría la pena el saber qué es, y es ahí donde empieza el rollo. Hice un experimento sencillo. Le pedí a un amigo que estaba sentado al lado mío, qué es lo que veía al frente. El empezó a describirme cosas que, por mi ubicación, no podía ver. ¡Interesante! No todos vemos lo mismo. Es decir, la felicidad es un concepto sumamente individual. Mi felicidad no es tu felicidad, empecemos por ahí.

Luego me sentí sumamente pretencioso al tratar de “vender” una fórmula personal, que de antemano sé que no dará resultado. Así que creo que debo empezar por ser honesto: lo que leerá a continuación es MI FORMULA PERSONAL para ser feliz. Pero antes, otra observación: la felicidad no es un estado permanente. Eso hace que la búsqueda pueda ser realmente el resultado y no al revés. Más claro: “estoy feliz”, no “soy feliz”.

Mi clave es la armonía. El discurso suele ser el principal enemigo de mi felicidad. Decir sin hacer es la principal razón para mi desdicha. Por eso cuando he hecho cosas de dudosa moral, y he tenido el valor de anticiparlas a través de mi discurso, por polémico o prohibitivo que haya sonado, me ha dado felicidad. Con este párrafo doy por terminada la imagen sacramental y bondadosa de un Ser Humano común y silvestre como soy yo. Muchas veces, en mi caso, las tarimas y los púlpitos han hecho que me convierta en un referente de lo “bueno”, en un ideal. Y claro, en una sociedad sexualmente morbosa, corroída por la corrupción y con una propuesta moral que se practica a medias, la necesidad de un santo es evidente. Por eso es que nuestros libros de historia, nuestros conciudadanos y nuestros gobernantes hacen santos a la carta con un Gabriel García Moreno, un Eloy Alfaro, un Che Guevara y hasta un Pablo Escobar. Queremos autoconvencernos de que “todavía queda gente buena”. Eso es hacer una emboscada al razonamiento. Partimos de creernos indignos, pero adoptamos un modelo de alguien que es idealizable para alcanzarlo, para emularlo o por lo menos para creer que, si bien yo nunca, ojalá los jóvenes de hoy puedan identificarse con Él o con Ella para hacer en el mañana una sociedad más justa… ¡Mierda, eso es lo que es! Mi consejo para ser feliz es sacarse la máscara.

Otra de mis claves es el cuestionamiento. Cómo puedo ser feliz si me trago esta seudo verdad entera. Veo la televisión e identifico ahí a un enorme conjunto de perdedores que la sociedad los ha calificado de exitosos. ¡Por Dios! Como puede ser exitoso un tipo que gana 20 millones por hacer una película pero que no puede ver como van creciendo sus hijos. Un perdedor que solo tiene un auto del año y que se acuesta con las mujeres y los hombres más exuberantes del planeta, pero que no puede hacer lo que estoy haciendo en este momento yo… tomando colada morada en Enero, mientras me doy el tiempo para escribir esta nota. Un mujer con la autoestima tan baja que se puso senos… por favor, quién que se haya puesto algo puede decir que es feliz… quién. Si hay alguno que levante la mano no quiero ni imaginarme que será de ese pobre infeliz cuando la vejez toque su puerta: ¿Saben por qué? Porque las siliconas no envejecen… El guapo, la puta, el “original”, el travesti, la millonaria, la bien vestida, el presidente, el narco… el Arca de Noe. Mi consejo para ser feliz es ser un “looser”.

Finalmente mi tercera clave es vivir. En un mundo simétrico como este, no podemos saber dónde está la izquierda si no sabemos dónde está la derecha. Ni hay un arriba sin abajo; ni hay un ególatra sin un sencillo. Vivir es aprender a ver la tristeza como fuente inagotable de sabiduría. La tristeza, la desesperanza, la amargura, son el enchufe donde se conecta y se pone a cargar la alegría. La vida es maravillosa porque es el mejor y más grande centro de formación. Uno entra a la clase que quiere y depende de cómo haya aprovechado uno el tiempo para pasar los exámenes. Vivir es la clave de la felicidad y equivocarse es la materia prima. El miedo es, en cambio, el depredador natural de la felicidad porque se come la posibilidad de obtener esa materia prima.

Espero haber sido lo suficientemente sensato con quienes me leyeron pero sobretodo estoy feliz de haberlo sido conmigo mismo. Esto es ser feliz a la vista de un Ser Humano común y corriente, no más, no menos… diferente.
Matías Dávila 2010, Todos los derechos reservados. Quito - Ecuador - Suramérica