lunes, 29 de octubre de 2012

Conversatorio URGENTE




le ruego darse el tiempo para escuchar este audio. Algunos especialistas en ambiente, ecuatorianos, hablan sobre una debacle que se ve venir y a nadie parecería importarle. No supe cómo hacer el link. Va a tener que copiar la dirección. Mil disculpas.

http://www.ecuadoradio.ec/Audios/Ecuadoradio/Controversia%201387%20%2027-10-12.mp3

De como las empresa privada hace de cuidar el medio ambiente, OTRO MÁS DE SUS NEGOCIOS.

La verguenza del CIMA KIDS. Les comparto un artículo escrito por Roberto Aguilar de Diario Hoy. Publicado por Diario Hoy el domingo 28 de octubre de 2012

Roberto Aguilar

Editor de Contenidos



Empresas públicas y privadas ofrecen una visión comercial y oficiliastia del ecologismo. La feria CIMA Kids dejó inquietantes enseñanzas a los niños.

En el "Museo interactivo del árbol", los niños juegan a llevar troncos al aserradero. Con la ayuda de los alegres y serviciales guías, cargan el adorable camioncito de madera con pequeños pinos y lo empujan rampa arriba, rodean el bosquecillo mágico simulado con matas verdaderas, entre cuyos tallos discurren las aguas cristalinas de un arroyo, y depositan la preciosa carga al pie de la prensadora. Hombrecitos de Fisher Price operan una sucesión de máquinas en miniatura dispuestas en hilera: encoladora, torno, secadora. Una instructora con voz infantil explica cada paso y agita en el aire una laminilla de madera, el producto final listo para salir al mercado.

Es una de las inolvidables lecciones que ha reservado para los niños la Cumbre Internacional del Medio Ambiente, CIMA Kids, que concluye hoy en el parque La Carolina: cómo se fabrica el aglomerado. Al término del vibrante recorrido propuesto al visitante a través de una quincena de carpas y domos ecológicos, los niños aprenderán también que "los proyectos hidroeléctricos no tienen impacto ambiental porque están bajo la tierra", que el negocio de las empresas madereras consiste en sembrar árboles, que las refrigeradoras Panasonic son amigables con el medio ambiente y que no hay mejor manera de protegerse de los excesos de la naturaleza, tan hostil ella, tan peligrosa, que utilizar productos Johnson"s Baby. Pintarán emblemas de Finalín, volarán en Aerogal, se fotografiarán con Bob Esponja, tomarán yogur Alpina y descenderán a las profundidades de las minas con el mismo candor con que lo harían los siete enanos de Blancanieves.

A las ocho de la mañana, la explanada al pie de la Cruz del Papa es un hervidero de escolares que forman intrincadas filas sobre los cientos de metros cuadrados de gravilla que los organizadores volcaron sobre el parque. El ingreso es lento y la espera es angustiosa. En las carpas y los domos, ante los pabellones de las decenas de empresas públicas y privadas que pueblan el espacio ferial más grande que se haya delimitado en La Carolina, el río de visitantes fluye ininterrumpido.

No son maestros ni personal especializado la mayoría de los expositores que reciben a los niños, les imparten lecciones sobre el medioambiente y juegan con ellos. Son chicos afanosos, voluntarios o contratados para cumplir un trabajo que se parece más al de los impulsadores en los mercados que al de los guías en los museos. Fuera del domo de Quito Verde (la iniciativa ambientalista del Municipio) no hay en toda la feria un discurso didáctico estructurado: hay propaganda, pública y privada. Sólo el pabellón municipal se plantea enseñar cosas a los niños. Los demás quieren convencerlos de que apoyen tal política o compren tal producto.

–¿Que hay en la selva? –El impulsador habla por un micrófono a una veintena de niños de uniforme verde.

–¡¡Mosquitos!! –responden en coro, ya instruidos.

–¿Y cómo nos protegemos de los mosquitos?

–¡¡Con repelente!!

–¡Exacto! Con repelente. ¡Y mucho mejor si es Johnson"s Baby!

La carpa de Johnson y Johnson se llama "Exploremos el mundo" y exhibe una seductora guía de caminos en la entrada, con cuatro flechas que señalan cuatro rutas diferentes: "la playa misteriosa", "la cascada mágica", "la cueva fantástica" y "el bosque encantado". En realidad conducen a "bloqueador solar", "toallitas húmedas", "jabón líquido" y "loción antimosquito".

–Los niños que tienen ya el producto que pasen por aquí...

En la carpa de yogur Alpina, animada por chicas angelicales vestidas como Heidi, los rompecabezas para menores de cinco años con los cuales se entretienen unos pocos no consiguen ocultar el verdadero propósito de la instalación: repartir producto. Una vez que los niños han sido provistos con su vasito plástico respectivo, un atareado joven los enfila hacia la puerta de salida con la misma neutral diligencia con que lo haría si fueran cajas. O botellas.

Más adelante los espera Nickelodeon ("Love-Love-Fun-Fun") y la oportunidad de sacarse una foto con Jimmy Neutron, Bob Esponja o Dora la Exploradora. Chicas de camiseta naranja se encargan de poner orden en la invasión infantil que amenaza con convertir en jirones los disfraces de espuma que visten tres sacrificados por la causa. Llegararán al medio día enrojecidas, extenuadas, quizás inconfesablemente hartas de los niños.

Mezclados entre las ofertas comerciales, los pabellones del gobierno y de sus empresas contratistas ofrecen una experiencia igualmente mágica. La minera Kinross guía a los niños hasta las profundidades de los socavones de donde se extraen el oro y la plata con el mayor respeto por los árboles y los animalitos.

–¡Como este lorito! –exhibe feliz un pajarraco de juguete que trajo de casa un niño del grupo de los más pequeños.

–Así es, chiquito –pone la voz tierna la impulsador de casco amarillo–, ese lorito no se va a morir, va a vivir.

Nadie, en realidad, va s salir lastimado, expone la minera a los infantes: "el agüita sucia no irá a parar en las quebradas ni en los ríos, sino que va a ser tratada con las normas de calidad de Kinross", "los arbolitos van a ser llevados a estos viveros", "personas experimentadas cuidarán a los animalitos en lugares especialmente diseñados para ellos" y después todos van a ser reubicados.

–¿Saben lo que significa reubicar?

–¡¡Nooo!!

Sobre un fondo boscoso se recorta la imagen de un niño con un perro, dibujados al estilo de los animes japoneses, con esos grandes ojos de pupilas extrañamente dilatadas. Simboliza "todo el cuidado, toda la responsabilidad que ponemos en beneficio de la comunidad". También hay un señor de mandil trabajando en un laboratorio, un técnico perforador con un veta de mineral en las manos, un minerito cargando una maceta, todos con los ojos desorbitados y la sonrisa fofa.

La hidroeléctrica Coca Codo Sinclair, la maderera Endesa Botrosa, la Fuerza Naval, el Servicio de Rentas Internas con su equipo de "guardianes de la cultura tributaria" (más personajes japoneses con mirada esquizoide), todos cuidan el ambiente y obtienen de él la riqueza necesaria para una vida feliz en la plenitud del consumo, una vida de yogures, chocotines y dibujos animados.

Los marinos han cubierto el interior de su carpa con gigantescas lonas propagandísticas. "Poder naval", se lee sobre la figura de un soldado en camuflage, el arma de asalto en ristre y el fiero rostro pintado de negro que parece a punto de saltar sobre los pequeños que lo observan. "¡Bang, bang!", disparan sobre él dos belicosos, olvidando por completo el medioambiente.

Afuera, la montaña de botellas plásticas crece y crece hasta romper el récord Guiness del reciclaje: 1 559 002. La empresa Recypet las somete a prensa y embalaje. Puntos verdes con el logotipo municipal invitan a clasificar la basura con sus contenedores de colores. Una casita de material enteramente reciclado, con paneles solares, huerto familiar y compostera para el aprovechamiento de los desechos orgánicos, habla de las buenas intenciones del Ministerio del Ambiente: es la "casita del buen vivir". Hay un muro para escalada y un área de juegos al aire libre. En el patio de comidas, los niños disponen de una dieta tan sana como el ambiente: Tropiburguer y Baskin Robbins.

Matías Dávila 2010, Todos los derechos reservados. Quito - Ecuador - Suramérica