martes, 15 de junio de 2010

Hombres y mujeres no somos iguales: gracias a Dios.



La Igualdad de género es tan irreal como insostenible. ¡No somos iguales! Somos complementarios. Mal puedo exigir igualdad de derechos si somos tan diferentes. Por ejemplo, cómo exijo mi derecho a la maternidad gratuita… Sostengo que la mujer es la creación más hermosa de Dios. No importa finalmente si la sacó de una costilla, del pecho, del cerebro o de la pierna, el hecho es que la creó. Pero al hacerla puso sobre sus hombros la maravillosa responsabilidad de llevar la vida dentro de su vientre. A mi juicio, solo esto ya la hace “superior” -si dentro de la complementariedad podría haber superioridad-.

La mujer es una pieza extremadamente clave dentro del equilibrio de la sociedad. A mi juicio, no solo prolonga la especie físicamente, sino moralmente también. En los años 60 en una lucha de “igualdad de derechos”, las activistas creyeron que al orinar paradas, al fumar tabacos y al hablar con malas palabras, igualaban a los hombres en su rol social. Pues no. Gracias a esa dichosa “igualdad”, hoy vemos que las mujeres han salido a trabajar con los hombres y al mismo paso que ellos. Hogares descuidados por un “derecho”. Ahora bien, no podemos negar que la mujer tiene derecho a desarrollarse, pero el costo que como sociedad estamos pagando es sumamente alto. Adolescentes en las calles porque sus padres trabajan, niños que acceden al tabaco a más corta edad, niñas que dejan de ser vírgenes más temprano, etc.

Las mujeres de hoy se dejaron impactar por la mentira de que a los hijos hay que darles “calidad” de tiempo y no cantidad. Yo agradezco que mis padres me dieran cantidad porque de la mano de la cantidad es como llegó el ejemplo. No sostengo que la mujer debe quedarse en casa. No. Pero creo que como sociedad debemos ponerle un alto a nuestro apetito voraz de tenerlo todo cuanto más rápido mejor. La mujer debería tener algún tipo de incentivo salarial por el trabajo doméstico y creo que deberían haber muchos trabajos de medio tiempo para que ellas puedan estar al frente de los hogares.

¿Qué los hombres deberían hacerlo también? Nadie lo discute, pero solo con ver las estadísticas entenderemos el problema. Hoy hay más mujeres esbeltas, guapas y realizadas que nunca, pero a la par, hay más suicidios de adolescentes, más SIDA en menores de 18 años y más embarazos no deseados que nunca antes en la historia. No podemos decir que si la mujer vuelve a la casa las cifras bajarán porque son algunos los factores que inciden en estos datos, pero es innegable que la mujer cumple un rol muy diferente al que ahora está “acostumbrándose”.

2 comentarios:

Irwin dijo...

Estoy de acuerdo Mati, la sociedad se ha empecinado en desvalorar las cosas que de verdad son importantes y que formarán los valores como la educación de una madre, no de la TV ni de amigos. Pienso que un adulto en cassa (como una madre) a tiempo completo o por lo menos a medio tiempo, provocará una correcta formación en disciplina, coraje y fuerza que se necesitan para afrontar la vida.

Anónimo dijo...

Creo que la clave de hogares funcionales no es que la mujer asuma su "rol" en el hogar sino más bien que el hombre cumpla con su parte como esposo y padre. Dios creó hombre y mujer como complemento (como bien señalas) y complemento no significa que uno solo se hace cargo de la casa y los hijos. Los dos como unidad deben ser responsables de los hijos y el hogar. En el pasado, la mujer trataba de levantar un hogar sola y cuando salio de la casa, todo se desbarató; no porque la mujer haya salido sino porque el hombre nunca había participado ni participa de cerca de la vida del hogar. El diseño de Dios indica que los dos deben compartir su trabajo dentro y fuera de la casa. La generación anterior no tuvo "estos" problemas que mencionas pero tuvo muchos otros debido a la ausencia (formal o informal) de la figura paterna, y por ello la sociedad nunca ha sido funcional. ¿No sería más justo qué los hombres pensaran también en trabajo a medio tiempo fuera de la casa? Pero el otro medio tiempo para el hogar no el fútbol, los amigos y demás.

Marithza Andagoya

Matías Dávila 2010, Todos los derechos reservados. Quito - Ecuador - Suramérica